5 trucos SEO para tener más visitas o cómo el capitalismo asesinó a la web y la autopsia que hice a su cadáver

¿Tienes un sitio web y quieres traer más tráfico para mejorar tu monetización? Nuestra experta en SEO, Mireya, te explica cómo. ¡Sigue leyendo para descubrir cómo el SEO puede impulsar tu presencia en la web y los billetes que esta genera!

Es obvio que quieres tener más clientes para ganar más dinero. Y para eso debes posicionarte entre los primeros resultados de Google. Aquí están los trucos definitivos para que más gente entre a tu página web:

  • Disfraza tu publicidad: Escribe artículos que parezcan útiles, nadie va a clicar en una promoción, pero si la haces en forma de artículo atraerás visitas.
  • Elige imágenes llamativas: no importa si no tienen mucho que ver con el resto del artículo. Lo importante es que la gente entre.
  • Publica muchos artículos, cuantos más, mejor.
  • Si no tienes el tiempo para escribir, ¡no te preocupes! Siempre puedes usar una inteligencia artificial o subcontratar escritores por unos cuántos céntimos.
  • Contrata nuestro servicio SEO, como expertos en posicionamiento web nos aseguraremos de multiplicar tus beneficios por tan solo 55 € al mes. ¡No pierdas esta oportunidad única de vaciar tu billetera y llenar tu cabeza con conocimientos que podrían cambiar tu vida (o al menos tu posición en Google)!

También podrías crear un sitio web en el que no haya publicidad, no salten avisos de cookies, no haya rastreadores y en el que el contenido sea interesante y no un anuncio camuflado. Pero monetizar un sitio así es complicado y nadie tiene tiempo para eso. En su lugar, suscríbete a nuestra newsletter ahora para mantenerte al día con los últimos trucos para ganar dinero fácil por internet.

La web ha muerto

Después de mi estúpida introducción, con el fin de parodiar el circo que es la industria web para mostrarlo a aquellas que no lo hayan vivido, voy a ir directa al quid de la cuestión. La web está muerta. No está enterrada todavía porque se han empeñado en imponernos sus restos, pero está muerta, difunta, fallecida, tiesa, exangüe, tilinte, decesada, ha estirado la pata y se ha ido al otro barrio a que se la coman los gusanos. Y te lo voy a demostrar.

Cuando hiciste clic y entraste en esta web, ¡fuiste capaz de simplemente empezar a leer! No tuviste que pelearte con ninguna cookie salvaje que intenta engañarte para que la aceptes, no hay cambios de disposición causados por la carga de anuncios, nada de pop-ups rogando que me des tu email, ni peticiones para que actives notificaciones. Nada, cero. Simplemente texto que has sido capaz de empezar a leer sin distracciones. Como bien habrás notado, esto ya no es lo normal en la web.

Seguro que haces varias consultas en internet al día. Por ejemplo, «mejor disco duro calidad precio». En ese caso, te habrás encontrado con que todos los resultados que aparecen son pseudo-artículos que en lugar de cuidar tus intereses, tienen un solo objetivo: que compres y que lo hagas ya. Estos artículos suelen estar repletos de links de afiliados a Amazon, es decir, que si compras desde su link la página web se lleva una comisión. Por eso hay tantos artículos que tienen listas de productos sin decir nada significativo de ellos, solo les interesa que pinches en su enlace.

Igual no estabas buscando comprar nada. Estás jugando algún videojuego y quieres buscar trucos para este. Seguramente hayas hecho clic en uno de los primeros resultados y te haya dado la bienvenida una página dónde para ver los trucos tienes que navegar a través de un torrente de anuncios y avisos de cookies. Solo para ver los trucos de un videojuego.

O tal vez ni siquiera estabas navegando. Habías entrado a tu correo para comprobar algo y tienes tu bandeja de entrada llena de anuncios, «ofertas» y productos de servicios que utilizaste alguna vez en los últimos quince años y que ya no te interesan en lo más mínimo. Pero les diste tu email y ya no hay vuelta atrás.

Estos intentos desesperados de monetización han destruido nuestra experiencia en la red. Se ha convertido en un lugar en el que se nos observa y monetiza continuamente, en el que se evalúan nuestras acciones para vendernos más y más productos, en el que se nos acribilla con publicidad de forma constante, en el que todas las páginas ruegan por tener nuestra atención, esos jugosos clics, solo para sacarnos el dinero de forma directa o indirecta.

Buscar cosas en internet ya no consiste en dar respuestas, ahora trata en que Google, la gente que paga a Google y la gente que juega con Google encuentren formas de que decidamos que su respuesta es la correcta. El contenido es creado específicamente para aparecer primero en los resultados de búsqueda. Las estrategias que se siguen para lograr esto se conocen como SEO, siglas del inglés Search Engine Optimization que significan optimización para motores de búsqueda.

Las técnicas SEO utilizadas han ido evolucionando junto a la web y los algoritmos utilizados por Google para clasificar las páginas con el paso de los años. Conforme surgían más páginas con contenido basura optimizadas para SEO, Google tomaba nuevos parámetros en cuenta para clasificar los resultados relevantes y separarlos de la cochambre. Inevitablemente, este juego del gato y el ratón ha llevado a que las técnicas SEO actuales sean absolutamente demenciales hasta el punto de requerir empresas especializadas en SEO que son subcontratadas por otras empresas para siquiera aparecer en la primera página de resultados.

No entraré en detalles de técnicas SEO aquí, pero si alguien tiene curiosidad puede hacer una simple búsqueda y observar la punta del colosal iceberg de mierda que es el negocio del SEO. Tengo colegas profesionales del SEO que se ganan la vida posicionando empresas y no querría yo faltarles al respeto. El problema son los spammers que usan SEO para posicionar páginas inútiles con la intención de hacer dinero fácil

Sobra aclarar quién ganó esta carrera, pues los resultados de búsqueda de Google a día de hoy son una puta mierda. El resto de motores de búsqueda no se salvan en absoluto, pues sufren del mismo síndrome SEO y sin acceso a los vastos recursos de Google, la calidad es incluso peor.

Me enfurece la idea de que un puñado de megalómanos hijos de puta estén deteriorando nuestra percepción colectiva de la realidad a base de inundar internet con estiércol porque quieren comprarse otro Ferrari o una mansión en Miami. Pero Google tampoco es inocente, ni mucho menos, pues ellos son los primeros y de los que más tajada sacan de todo esto (os lo muestro más adelante). Es muy probable que ni siquiera estén intentando reducir el spam SEO porque está entre sus mejores intereses no hacerlo. Un motor de búsqueda que tiene el 90% de uso en todo el mundo no necesita un buen producto para atraer a más usuarios. Pensándolo un poco es evidente: al principio un servicio se porta genial con sus usuarios, después abusan de sus usuarios para maximizar beneficios y contentar a los accionistas. Google ya tiene a todos los usuarios. Ahora está exprimiéndolos al máximo.

El spam SEO ha hecho inutilizable la web, pues más allá de unos pocos oasis como Wikipedia y foros con gente real, el resto de internet está desierto, un océano de arena inhóspito e innavegable en el cual aquellos que se atrevan a adentrarse tendrán que sortear las afiladas espinas de la publicidad personalizada y los abundantes espejismos de contenido fantasma que parece útil en primera instancia hasta que te adentras en su lectura y descubres con horror que tiene nulo valor para su lector, posible fechoría de una IA o un copia-y-pega.

La gente tiene miedo de que con la llegada de las IAs internet vaya a irse a tomar por culo convirtiéndose en una papilla de pseudo-periodismo, marketing engañoso de comercio electrónico, servicios de baja calidad o directamente estafas y yo respondo: internet ya se ha ido a tomar por culo. Enfermó hace mucho tiempo, con la llegada del comercio a lo que hasta entonces había sido una plataforma de intercambio de información entre científicos y entusiastas, empezó a agonizar con la introducción de publicidad, cookies y técnicas de rastreo varias, recibiendo la estocada final por las redes sociales, las suscripciones, las IAs y la desinformación.

La hegemonía de las redes sociales no hizo sino gravemente empeorar la situación. Hasta 2010 aproximadamente, la gente se expresaba por internet principalmente a través de blogs personales o distintos foros descentralizados. Pero con la creciente popularidad de primero Facebook, luego Instagram y en última instancia TikTok, hemos pasado de expresarnos libremente en nuestros propios espacios a formar parte del engranaje de atención constante que nos requieren estas plataformas, todo para que sigamos consumiendo tanto su contenido como los productos que promocionan.

Citando a Jenny Odell en su fantástico libro How to Do Nothing, el villano aquí no es necesariamente el concepto de las redes sociales, es la lógica invasiva de las redes sociales comerciales y sus incentivos monetarios para mantenernos en un rentable estado de ansiedad, envidia y distracción. Me opongo al modo en que las plataformas corporativas compran y venden nuestra atención, así como a los diseños y usos de la tecnología que consagran una estrecha definición de la productividad e ignoran lo local, lo carnal y lo poético. Me preocupan los efectos de las actuales redes sociales sobre la expresión —incluido el derecho a no expresarse— y sus características deliberadamente adictivas.

¿De quién es la culpa que la web haya muerto? Podría decirse que ha sido un trabajo colectivo, en el que han influido muchas empresas y organizaciones, por señalar a algunos culpables: Google, la ICANN, Cloudflare, Microsoft, Amazon, Facebook, Twitter y múltiples gobiernos entre otros de una larga lista. Pero no os dejéis engañar, pues ellos no han sido más que la mano ejecutora. El verdadero culpable de la muerte de internet ha sido el sistema capitalista. El capitalismo es el culpable de que nos bombardeen a diario con publicidad indiscriminada, el incentivo para contaminar los resultados de las búsquedas no es otro que el de ganar dinero, los molestos avisos de cookies no son sino otra forma más de rastrearnos e intentar vendernos productos que no necesitamos, el capitalismo introdujo las suscripciones mensuales que sangran la cartera de las internautas, el capitalismo creó las redes sociales como forma de conocer y condicionar nuestros hábitos de consumo.

Y por todo esto puedo afirmar sin duda alguna que el capitalismo asesinó a la web a sangre fría, de manera lenta mas inexorable, extendiendo sus corruptos tentáculos sobre lo que una vez había sido una utopía donde reinaba el libre intercambio de información, el mayor apogeo del conocimiento humano desde la invención de las bibliotecas. El abrazo de la muerte del capitalismo la corrompió hasta degenerarla a su forma actual, un cadáver prácticamente irreconocible de lo que una vez fue. Ahora para encontrar información tienes que recorrerte verdaderos laberintos, solo para descubrir que lo que buscabas está detrás de un paywall. Muchas, resignadas, recurrimos a los resquicios de su anterior gloria, como pueden ser Wikipedia o las redes P2P, para tener acceso a la información que buscamos.

¿Me creéis ahora cuando digo que la web está muerta? Lo único que queda de ella es un cascarón vacío con el que nos fuerzan a convivir para que continúe el consumo.

En la flor de la vida, la infancia de la WWW

En un breve inciso, antes de pasar a la autopsia y analizar las causas de la muerte, me gustaría dedicar unas palabras a la infancia de la web, esa etapa casi utópica, durante la cual brilló el libre intercambio de información, la creatividad y la expresión individual.

Antes de que la web fuese web, merece la pena hacer mención a ARPANET que fue la predecesora de internet, una red de intercambio de información desarrollada por el departamento de defensa de los Estados Unidos. Aunque fuese una red cerrada, refleja los propósitos para los que se creó.

Durante lo que se conoce como Web 1.0 (antes del auge de las redes sociales, la centralización y la publicidad), en la década de los 90, la web era un sitio muy diferente al que conocemos hoy.

Los inversores oportunistas aún no habían entendido cómo sacar dinero de la web y, por lo tanto, era raro encontrarse páginas comerciales fuera de las más pioneras.

La web se componía de páginas personales florecientes de creatividad. Quizá su mayor exponente y un nombre que muchas recordarán con cariño sea Geocities (posteriormente Yahoo Geocities, pero su época dorada fue antes de la adquisición de Yahoo).

Para los que no lo conocieron, se trataba de un servicio de alojamiento web donde los usuarios escribían sus propias páginas desde cero, en un HTML y CSS tan básico como imaginativo. Veamos algunos ejemplos.

Web retro muy colorida y noventera

Web retro sobre un perro

No todo era sobre el diseño, por supuesto. El contenido era muy variado y altamente personal. Nada de artículos basura para que compres productos que no necesitas. Cada una hablaba de sus aficiones, gustos o situaciones personales. Un poco como las redes sociales pero sin la toxicidad ni el algoritmo y mucha más originalidad.

Para mí la importancia de Geocities radica en que su filosofía era que cada persona creaba y decoraba su rinconcito en la web a su gusto. Y si bien todas estaban bajo la misma compañía (esto trajo problemas con la compra de Yahoo), los usuarios escribían su propio HTML que podían llevarse a otro proveedor.

Un espacio propio en la web es algo mucho más personal e individual que un perfil en una red social corporativa como lo puede ser Instagram o Twitter, que te tienen a su merced, aceptando sus términos y condiciones. Con la compra de Musk de Twitter, ya hemos visto las posibles consecuencias de esto. He ahí la importancia de ser dueña de tu propio espacio online.

El espíritu de la web personal de Geocities recibió un fuerte varapalo con las redes sociales, pero hoy aún encuentra refugio en sitios como Neocities, donde también puedes encontrar diseños tan gloriosos y noventeros como los anteriores.

Por entonces también germinaban otros proyectos comunitarios muy interesantes, entre ellos una recién nacida Wikipedia, una alternativa a las enciclopedias tradicionales mantenida por y para la comunidad, sin ánimo de lucro y libremente accesible por todos. Puede que Wikipedia sea uno de los últimos baluartes del espíritu original de la web: el libre intercambio de información (ojo, que la fundación Wikimedia también tiene sus problemitas, pero eso da para otro artículo).

Teniendo presente la imagen y los valores de la web en su infancia, procedamos pues, con su autopsia.

Autopsia de la web moderna

Como he dicho, la web está muerta, pero la sociedad se empeña en aferrarse a su cadáver, ya en descomposición, a falta de un medio más efectivo para impulsar el consumo salvaje. Así que si vamos a tener que convivir con sus despojos putrefactos, qué menos que efectuarles una autopsia y analizar las diferentes causas de la muerte.

Un problema de obesidad

La primera página web de la historia, publicada por Tim Berners Lee en 1991, tenía un tamaño de 2.2 KB. Se trataba de una lista en HTML con algo de información y unos cuántos links.

La web ha crecido mucho desde entonces. La media de un sitio web en 2020 era de 2 MB, o casi 1000 veces el peso de la primera web de la historia.

Y no, no os dejéis engañar, no son necesarios 2 MB para tener una página web que luzca moderna y bonita. Podéis echarle un vistazo a las webs en el Club de los 512KB, donde se listan webs poco pesadas. Y sí, hay webs muy minimalistas, pero también hay otras muy completas o incluso recargadas que ni siquiera alcanzan el medio MB.

Entonces, ¿por qué la página web media sufre de obesidad? Veamos un ejemplo práctico. Para ilustrar este ejemplo, analicemos la página de El País, uno de los periódicos más leídos de España.

Para que veáis que aquí no hay ni trampa ni cartón, voy a utilizar el URL Scanner de Cloudflare, una herramienta estándar en la industria (Cloudflare es otra empresa bastante dañina, pero no viene al caso). Podéis acceder al mismo escaneo que he hecho yo aquí, hecho a fecha de hoy, 2 de marzo de 2024.

Captura de pantalla del análisis de la web de El País

Lo primero que apreciamos es que solo para cargar la página principal es necesario que nuestro navegador haga 103 peticiones. Y el tamaño de El País es de una friolera de 5.96 MB, bastante por encima de la media. Aunque no está fuera de lo común, las webs de los medios de comunicación son las que más sufren de obesidad al ser benefactores directos del sistema de consumo.

Captura de pantalla del análisis de la web de El País

También es llamativo que la página carga 32 scripts y 27 cookies, antes siquiera de haberlas aceptado.

Captura de pantalla del análisis de la web de El País

Por último, destacar en el apartado de red el listado de las 103 peticiones, que al ser semejante cantidad, el escáner nos las separa en 11 páginas. No os voy a poner captura de todas, pues si os interesa tenéis el enlace, solo voy a comentar que es absurdo. Hay scripts JavaScript de más de 1 MB de tamaño, un script que es solo texto, y eso que está minimizado. 1 MB es una burrada para un script minimizado.

Nada de esto es necesario para la página web de un periódico cuya función es tan sencilla como mostrar el texto del artículo acompañado de alguna imagen relevante. Exactamente mismo que estás viendo en esta página.

Es más, hagamos la comparación con esta web, para que veáis lo que ocupa una página decente sin aditivos nocivos:

Captura de pantalla del análisis de esta web

Podéis ver el escaneo completo aquí. Mi página principal pesa unos 169.22 KB, de los cuales 153 son las imágenes que la adornan. Podría reducirla a 19 KB si quisiera, pero la página de una chica bonita tiene que tener imágenes bonitas.

Obviamente mi web tira más bien al minimalismo, pero no os creáis que una que se vea más «moderna» sería mucho más pesada. Sin mierdas de rastreadores ni scripts monstruosos, lo normal es que una página sin muchas imágenes nunca supere la unidad de MB, normalmente rondando los 200-300 KB.

Así que la media de 2 MB es una burrada, un atentado contra las buenas prácticas de la programación web y contra los internautas que visitan dichas páginas.

De hecho, el siguiente síntoma que diagnostico en la autopsia está muy relacionado con esta obesidad de la web.

El monopolio de los navegadores

Antaño, en la juventud de la WWW, HTML era un sencillo lenguaje de marcado que soportaba algo de personalización mediante CSS. No era difícil para un solo desarrollador programar y mantener un navegador web completamente funcional por sí mismo.

Hoy, la situación es muy diferente. Google Chrome es el navegador más utilizado con un 64% de cuota de mercado. Safari tiene un 18%. Les siguen Microsoft Edge con un 5.36%, Firefox con un 3.3%, Samsung Internet y Opera con un 2.55% cada uno, UC Browser con un 0.8% y Yandex Browser con un 0.34%.

El problema puede no parecer evidente en un primer vistazo. Pensarás «un 64% no es tanto». Déjame traducirte esos datos.

A causa de la siempre creciente complejidad de los estándares web (de ahí la ya estudiada obesidad), a día de hoy existen solo tres motores de renderizado de páginas web: Blink (Chromium, Google), WebKit (Safari, Apple) y Gecko (Firefox, Mozilla).

Estarás pensando, entonces, todos esos navegadores que has listado antes… Sí, exacto, menos Safari y Firefox que son independientes, el resto se basan en Chromium, que es la base que desarrolla Google en la que basa su propio Google Chrome y en la que se basan muchísimos navegadores: Opera, Edge, Samsung Internet, Brave, Vivaldi y un larguísimo etc.

Así que en realidad, el monopolio de los navegadores web está en manos de Google con un 79% de cuota de mercado, todos menos Firefox y Safari.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Desarrollar un navegador web con su propio motor de renderizado es una tarea tan compleja a día de hoy que solo una empresa con un presupuesto que se cuente por millones puede hacerlo. No es casualidad que los tres que quedan sean de Google, Apple y Mozilla respectivamente. Hasta Microsoft mató el suyo propio (Internet Explorer) y se basó en el de Google para su nuevo Edge.

¿Qué supone esto? Que Google puede hacer y deshacer estándares web a su antojo. La complejidad no ha hecho más que crecer y crecer con los años, ocasionando que todos menos estos tres motores de renderizado quedaran obsoletos. Con Google como magnate todopoderoso de la web, pueden imponernos estándares que violen la privacidad u otros derechos fundamentales de los internautas, como ya lo han intentado. Así que tiene pinta que la situación no va a hacer más que empeorar.

Safari y Firefox tienen también sus propias pegas. Por ejemplo, Safari solo tiene esa cuota de mercado por el monopolio que Apple ejerce sobre sus iPhones, en los que todos los navegadores son en realidad Safari. O Mozilla, cuya mayor fuente de ingresos es la propia Google.

No quiero entrar en más detalle sobre navegadores porque esto da para su propio artículo. Solamente recalcar que a la hora de renderizar páginas web, estamos a la merced de Google y de sus prácticas monopolísticas y anti-usuario. Esta incapacidad de visualizar la web en navegadores independientes de mega-corporaciones de Silicon Valley es otra de las causas de muerte que encontramos para la WWW.

El monopolio de la búsqueda de información

En una situación muy similar a la de los navegadores, están los motores de búsqueda. Como comentaba al principio, el spam de contenido basura y la gran cantidad de páginas web hacen una tarea dantesca el crear un motor de búsqueda.

Cómo no, el omnipresente Google también monopoliza los motores de búsqueda con un 91% de cuota de mercado. Muy de lejos le siguen Bing con un 3.43% y Yandex con un 1.78%.

Justamente estos tres motores de búsqueda son los únicos independientes. Solo estas empresas con presupuestos millonarios pueden permitirse mantener un motor de búsqueda con índice propio, el resto de buscadores se basan en uno de los tres grandes, normalmente en Bing.

Hay otros intentos de crear motores de búsqueda con índice propio, pero como es de esperar la calidad de los resultados sale altamente perjudicada al no disponer estos de los enormes recursos de Google, que permanece inalcanzable.

La publicidad personalizada

¿Recuerdas cuando los anuncios en internet eran estáticos y no te perseguían a través de toda tu presencia en línea? Los viejos tiempos, cuando la peor publicidad que veías era un rectángulo con un «Ha ganado usted un MacBook. Pinche aquí para reclamarlo» o «Alargue su pene en 6 cm con nuestro tratamiento 100% natural».

Ahora los anuncios son verdaderos depredadores al acecho del consumidor. Utilizan tu historial de búsqueda, tus likes o posts en redes sociales, analizan cada canción que escuchas según tu estado de ánimo, utilizan tu localización en tiempo real, te escuchan a través de micrófonos y miles de técnicas más para intentar poner ante tus ojos una oferta personalizada que no podrás rechazar. Este es el negocio de la publicidad del siglo XXI, la industria más invasiva con nuestros datos privados de la historia.

Sí, existen los bloqueadores de anuncios (que por cierto, Google se quiere cargar), pero la gran mayoría de gente no los usa, bien por desconocimiento o por pereza.

Hay gente que de hecho se cree inmune a la publicidad con la que nos bombardean despiadadamente a diario. A más de una persona me he ofrecido a instalarle un bloqueador de anuncios y me ha dicho «A mí no me hace falta, no les hago caso». Para mí, esta es una respuesta increíblemente cínica. Creerse estar por encima de las estudiadísimas técnicas de marketing de empresas con presupuestos millonarios de publicidad que utilizan técnicas psicológicas para captar nuestra atención es tenérselo muy creído o ignorar todo lo que acabo de mencionar. Y en tal caso, no deberían tenérselo tan creído si desconocen la agresividad del marketing moderno.

Por cierto, el todopoderoso Google es el que más tajada se lleva de todo esto, con un 28.6% de los ingresos totales generados por la publicidad digital. ¿Tendrá algo que ver con su monopolio sobre navegadores y motores de búsqueda?

La publicidad personalizada es un síntoma de la siguiente causa de muerte que he encontrado, de la cual ya he hablado antes.

SEO

Oh sí, nuestro viejo amigo el SEO. La causa de que la mayoría del contenido en internet sea una puta mierda. Ya hice mi exposición sobre el SEO antes y no voy a repetirme, sin embargo, hay algo sobre lo que quería hablar. Y son los individuos que leen sobre el SEO y lo ven como un buen negocio, así que deciden «emprender» y empezar a abrir páginas de bajísima calidad llenas de publicidad y links de afiliados. Son los spammers que se han cargado internet, los gurús de la optimización web, para los que originalmente he acuñado el término «tontoSEOs».

Empatizando con los tontoSEOs

Sería muy fácil culpar a los spammers de todo el contenido basura sin pararse a pensarlo. Pero en cualquier estafa o timo, los grandes beneficiarios son las personas que suministran a los estafadores, no los propios estafadores.

Los chavales que venden droga en el parque tienen suerte si llegan al salario mínimo y se juegan su libertad a diario. Mientras tanto, los jefes del crimen organizado, dueños de los laboratorios, cuentan billetes en su sofá.

Los cryptobros que hablan de lo guay y bonita que es su criptomoneda favorita (en la que han invertido) en Twitter, están haciéndole publicidad gratuita a los creadores de dicha moneda y aunque algunos sacarán beneficios, para que unos pocos ganen millones, mucha gente tiene que perderlos. Si la estafa funciona, el número de cryptobros que saldrán escaldados será muy superior al de los que saquen beneficios.

La famosa fiebre del oro estadounidense provocó más perdidas que beneficios a todos los necios que viajaron a California con la idea de encontrar oro. ¿Quiénes, históricamente, se hicieron de oro realmente? Exacto, los que les vendieron picos y palas.

Las páginas dedicadas al SEO, infestadas con links de afiliados de Amazon, sacan una pequeña tajada cuando spammean todo internet para que finalmente alguien pique y haga clic en sus enlaces, sí. Pero en realidad solo le están haciendo el trabajo sucio al señor Bezos, quien es el gran benefactor de todo esto. Pongo el ejemplo de Amazon y el SEO, pero estos son intercambiables por otras empresas y/o megalómanos.

En realidad, ni siquiera los links de afiliados son un requisito. Muchas páginas no requieren de estos y sacan sus beneficios (o lo intentan) del negocio más lucrativo del mundo: la publicidad.

El inciso de «lo intentan» es necesario porque por cada una de las páginas spam que envenenan los resultados de búsqueda engañando al algoritmo, hay miles que no han conseguido manipular a los motores de búsqueda y quedan olvidadas en los rincones más profundos y oscuros de la web.

Todas estas páginas fracasadas tienen una o varias personas detrás que han mordido el anzuelo de la gran estafa. «Cualquiera puede hacer dinero por internet», «consigue ingresos de forma pasiva», «mentalidad de tiburón» les repiten, pescándoles con posts motivacionales en redes sociales. Una vez han captado su atención, descubren su verdadera retórica: «únete a mi lista de correo y consigue un ebook gratis», «compra mi nuevo libro para aprender a generar ingresos pasivos», «puedes aprender todo sobre SEO en mi webinar, por tan solo 500 €», «haz que tu sitio web sea imparable con nuestro entrenamiento SEO personalizado».

Se pintan así de salvadores ante estas personas que normalmente se encuentran en una situación económica precaria y ven esto del SEO como una oportunidad de hacer dinero fácil.

La realidad es que, como ya hemos visto en otras estafas, en la gran mayoría de los casos los que acaban haciendo dinero aquí son los proveedores y vendedores de humo: Google Ads, Amazon, los «SEO coach», etc. Son muy pocos los individuos que acaban sacando rentabilidad del tiempo y dinero invertidos en el posicionamiento web fuera de empresas.

Los que lo hacen, suelen ser grandes empresas o los que empiezan con más recursos, porque como en todo en este mundo, los ricos juegan con ventaja. Los niños ricos de papá pueden pagarse más publicidad, comprar links y promociones a su web, subcontratar escritores…

Al final del día, ¿podemos culpar a los pobres diablos que son engatusados para entrar al mundillo del SEO porque quieren salir de pobres? ¿Quién no quiere hacer dinero fácil, vivir mejor? Es el capitalismo salvaje el que los empujó a contaminar la web con su contenido basura en primera instancia. No son sino una víctima más del chiringuito de mega-corporaciones oligárquicas que hay detrás de la web moderna: quieren que les alquilen servidores, que paguen por aparecer el primero, que pongan publicidad en sus webs, que dirijan internautas despistados a sus tiendas; en definitiva quieren que consuman y que inviten a consumir. El consumo es el santo grial de la economía mundial y esto solo se ha exacerbado en la web.

Las causas de la muerte

Durante la ejecución de la autopsia, hemos detectado varias posibles causas de muerte, hagamos un recopilatorio:

  • Obesidad de la web
  • Monopolio sobre los navegadores
  • Monopolio sobre los motores de búsqueda
  • Publicidad personalizada
  • SEO

Ahora es cuando yo lanzo la siguiente pregunta al aire, ¿qué enfermedad causa todos estos síntomas?

El dinero. El putísimo dinero

La peor enfermedad que ha conocido la humanidad. Causante de todas las guerras conocidas, de todas las injusticias. El dinero es el auténtico Dios de nuestro mundo capitalista, pues él todo lo puede.

La web es obesa por el aumento de complejidad de los estándares web, que a su vez causó el monopolio sobre los navegadores. Los beneficios de la publicidad personalizada han dado lugar al spam SEO que es el causante del monopolio sobre los motores de búsqueda.

¿Y todo por qué? Por el dinero. El ansía por el dinero cogió la utopía de conocimiento, intercambio de información y creatividad que podría haber sido internet y la prostituyó hasta la muerte.

Soluciones o ¿podemos resucitar la web?

Soy de las que no les gusta señalar problemas sin proponer soluciones. Creo haberme expresado con claridad al concluir que el culpable es nuestro sistema económico y lo ideal sería derrocarlo. Pero voy a hacer el amago de sugerir algunos cambios mientras soñamos con lo anterior.

La Web Sencilla o Web Pequeña

Voy a citar a MaestraPaladín que da una definición muy acertada en su web:

Si tu web es sencilla, no pesada (carga relativamente rápido), de fácil acceso (sin miles de avisos que salten al usuario a modo de obstáculo molesto o publicidad) y has puesto esfuerzos en ella tanto a nivel de diseño como de contenido para que sea modesta u honesta, es una #WebSencilla. La alojes tú o la aloje algún servicio que te puedas permitir por nivel de conocimientos o por nivel adquisitivo.

En definitiva, una Web Sencilla es una web personal, recogiendo la antorcha de aquellas webs de Geocities que hemos visto antes. Es tu espacio en la red, puede ser sobre lo que tú quieras.

La Web Sencilla es la web de la gente. No para empresas o gobiernos. Organizaciones independientes que empoderen a los individuos también son bienvenidas.

Te invito empezar a escribir tu Web Sencilla ahora en Neocities.

Como me estoy excediendo en la longitud, mejor dejo por aquí unos enlaces interesantes sobre la Web Sencilla (algunos en inglés):

Protocolos alternativos: Gemini, Gopher, Spartan y compañía

Existen algunas tecnologías que proponen protocolos alternativos a HTTP y que son bastante más sencillas y manejables a nivel tecnológico, empoderando individuos.

Esta sección es un poco técnica, a quien no le interese puede ir directamente a la conclusión.

Gemini

El Protocolo Gemini es un nuevo protocolo de red, diseñado para permitir una navegación web más rápida y simple. Nace como alternativa al omnipresente HTTP, promulgando los principios de una web menos compleja y corporativa.

En lugar de utilizar HTML, CSS, JavaScript u otras tecnologías sumamente complejas, Gemini se caracteriza por su lenguaje de marcado minimalista, llamado gemtext. Para los que conozcáis Markdown, es muy similar.

De los tres protocolos alternativos que os enseño aquí, Gemini quizá sea el más popular, dentro de su nicho claro está. Os animo a descargaros el navegador Lagrange y experimentar Gemini vosotras mismas.

Gopher

El protocolo Gopher le plantó cara a la WWW y HTTP en sus primeros días. Tuvo su pico de pupolaridad durante los noventa y destacó por presentar una alternativa mucho más simple y limpia que su contraparte. Aún hay aficionados que mantienen páginas en Gopher y entre el movimento de la web sencilla hay quien opta por un resurgir de este protocolo.

Spartan

Spartan es otro protocolo diseñado para la web sencilla, muy similar a Gemini y de hecho comparte el mismo lenguaje de marcado, aunque presenta algunos cambios de diseño para hacerlo incluso más sencillo si cabe que Gemini.

Conclusiones y sueños de utopía

La web ha muerto, el capitalismo la mató y las corporaciones van a seguir prostituyendo el cadáver en un grotesco espectáculo necrofílico en el intento de seguir sacándole dinero. Y seguirán haciéndolo mientras sigan obteniendo beneficios. Así es como funciona el mundo.

No sé cuál es la dirección correcta, no sé cómo podemos hacer funcionar la web sencilla más allá de pequeñas comunidades aisladas. Pero que no se diga que no lo intentamos y luchamos por ella.

Tampoco sé si los protocolos alternativos plantarán cara a la WWW. Por desgracia, probablemente no. La gente tiene que instalar un programa específico para usarlos y bueno, sé por experiencia que la persona promedio no va a dedicar semejante esfuerzo a probar una alternativa que no entienden.

El fediverso, del que Mastodon forma parte, es un paso en la buena dirección y parece que está cogiendo algo de tracción. Tiene también numerosos problemas que no expondré aquí, pues no corresponde. Pero como he dicho, es un paso en la buena dirección.

Seguramente ninguna de estas opciones sea la alternativa que se imponga cuando la web colapse, ya sea en unos años o unas décadas. Tristemente, lo más posible es que triunfe otra alternativa comercial, porque los que mueven dinero tienen los medios y las masas los seguirán.

Pero de verdad espero que seamos capaces de encontrar un sistema que putee lo suficiente a todo aquel con ánimo de lucro como para que no puedan venir a joderlo todo y disfrutar así de nuestra pequeña utopía virtual, hecha por y para individuos, no corporaciones.

Palabras en el tintero

No quería seguir alargando este artículo porque ya se ha alargado más de lo que me gustaría, pero no quería irme sin antes hacer menciones especiales a los temas que me habría gustado desarrollar más:

Hablar sobre Usenet, eDonkey, Soulseek y uTorrent en las tecnologías de la época dorada de la red, me habría encantado despotricar más sobre Facebook y redes sociales en general, otra causa de muerte que tenía en el borrador era la centralización pero no he encontrado las palabras, expandir la parte sobre Gemini y la web sencilla, el formato de los teléfonos inteligentes que me parece diseñado específicamente para el consumo y habría sido un punto tangencial interesante que cubrir si no me hubiera excedido por mucho en la longitud que tenía planeada.

Diría que eso es todo, aunque seguramente me esté dejando cosas porque mi cerebro tiene ideas a un ritmo que mis dedos no alcanzan a seguir.